jueves, 12 de junio de 2008

... la luz de los ojos vacíos

No sabìa que pensar. No, porque no sabía por donde empezar. Porque tenia demasiadas razones para no entender las cosas. Y nada de lo que podían decirme cambiaba el hecho de que estaba solo. Mi vida era casi perfecta. Vivía alejado de mis conocidos para poder disfrutar de una vida cotidiana dictada solo por mis desiciones. Habìa encontrado la actitud para demostrar que mis desiciones eran mias y valian la pena. Había maquinado la manera perfecta de esconderme de las miradas de gente que no entendia mi rostro. Y entonces me di cuenta de que lo que al principio parecía bueno, se empezaba a convertir en una preocupación genuina. El querer estar solo no implicaba que siempre quisiera estarlo. No, me gustaba tener amigos. Y los buscaba. Y asistìa a reuniones con ellos y los visitaba en sus casas. Pero era yo el que lo hacía. Ninguno de ellos lo hacia conmigo. Mi cuenta de teléfono llego a darme dolores de cabeza. Y sentí que no valía la pena si no tenía a alguien con quien compartirlo... y no me refería a una compañía sentimental... lo que necesitaba era compañía emocional... alguien que siempre estuviera ahi, para verlo todo conmigo...

No hay comentarios: